Los que siguen

sábado, 12 de abril de 2008

El caballero de la Armadura Oxidada

Hoy me he leído el "El Caballero de la Armadura Oxidada", como dice el libro el caballero era bueno, genero y amoroso, partía en todas las direcciones, una cualidad que pocos tenían, este caballero vívía por la lucha, por salvar damiselas, siempre con su armadura puesta.

Las relaciones con su familia no le iban bien, por estar sumergido en su armadura, un buen día, cuando quiere quitarse la armadura, descubre que no puede quitarsela, que está pegada a él de la manera más fuerte que una persona pueda pensar.

Este caballero que quiere quitarse la armadura y no puede, decide dirigirse al mago Merlin para poder quitarsela, Merlin le propone ir por el Sendero de la Verdad, donde tendrá que pasar: por El Castillo del Silencio (donde se encontrará consigo mismo y con sus miedos nunca reconocidos), El Castillo del Conocimiento (donde se sigue conociendo y descubre que si no se ama a sí mismo no podrá amar a otros), El Castillo de la Voluntad y la Osadía (donde aprende que sus mayores miedos son infundados por él mismo) y llegar a la Cima de la Verdad.

En su paso por los diferentes castillos se va encontrando consigo mismo, lágrimas brotán de su corazón por cada aspecto de sí mismo que aprende, lágrimas que hacen que su armadura se vaya callendo.

Voy a poner un trozo del último capítulo, La Cima de la Verdad: "Cuando ya casi había llegado a la cima, se encontró con un canto rodado que bloqueaba su camino. como siempre había una inscripción en el: Aunque este Universo poseo, nada poseo, pues no puedo conocer lo desconocido si me aferro a lo conocido. El Caballero se sentía demasiado exhausto para superar el último obstáculo. Parecía imposible descifrar la inscripción y estar colgado de la pared de la montaña al mismo tiempo, pero sabía que debía intentarlo.

Ardilla y Rebeca se sintieron tentadas de ayudarle, pero se contuvieron, pues sabían que a veces la ayuda puede debilitar al ser humano.

El Caballero inspiró profundamente, lo que le aclaró un poco la mente. Leyó la última parte de la inscripción en voz alta: Pues no puedo conocer lo desconocido si me aferro a lo conocido.

El Caballero reflexionó sobre algunas de las cosas "conocidas" a las que se había aferrado durante toda su vida. Estaba su identidad - quién creía que era y que no era -. Estaban sus creencias - aquello que él pensaba que era verdad y lo que consideraba falso-. Y estaban sus juicios - las cosas que tenía por buenas y aquellas que consideraba malas.

El Caballero observó la roca y un pensamiento terrible cruzó su mente: también conocía la roca a la cual se aferraba para seguir con vida. ¿Quería decir la inscripción que debía soltarse y dejarse caer en el abismo?

- Lo has cogido caballero- dijo Sam (es él mismo, en contacto con su interior)- tienes que soltarte.
- ¿Qué intentas hacer, matarnos a los dos?- gritó el caballero.
- De hecho, ya estamos muriendo ahora mismo- dijo Sam -. Mírate. Estás tan delgado que podrías deslizarte por debajo de una puerta, y estás lleno de estrés y miedo. (...)"
Siguen una conversación así hasta que el Caballero decide soltarse: "... se dejó ir y se precipitó al abismo, a la profundidad infinita de sus recuerdos. Recordó todas las cosas de su vida de las que había culpado a su madre, a su padre, a sus profesores, a su mujer, a su hijo, a sus amigos y a todos los demás. A medida que caía en el vacío, fue desprendiéndose de todos los juicios que había hecho contra ellos.

Fue cayendo cada vez más rápidamente, vertiginosamente, mientras su mente descendía hacia su corazón. Luego, por primera vez en su vida, contemplo su vida con claridad, sin juzgar sin excusarse. En ese instante aceptó toda la responsabilidad por su vida, por la influencia que tenía sobre ella, y por los acontecimientos que le habían dado forma (...) Repentinamente, dejó de caer y se encontró en pie encima de la montaña y comprendió el significado de la inscripción de la roca. Había soltado todo aquello que había temido y todo aquello que había sabido y poseído. Su voluntad de abarcar lo desconocido se había liberado. (...)

Casi muero por las lágrimas que no derramé, pensó. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas, por su barba, por su peto. Como provenían del corazón, estaban extraordinariamente calientes, de manera que no tardaron en derretir lo que quedaba de armadura.

El caballero lloraba de alegría, no volvería a ponerse la armadura y a cabalgar en todas las direcciones nunca más.

¿Cuantas veces nosotros mismos nos ponemos barreras para relacionarnos con el mundo, y nos vamos aislando como el caballero?

Autor: Robert Fisher

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Si no tuviéramos armaduras seriamos simplemente mundo.

Saludos.

Lucía Azanza García dijo...

Gratamente me sorprende ver que compartimos gustos literarios. Este libro, es uno de mis favoritos y se lo recomiendo a todo el mundo.
Tengo la segunda parte, pero todavía no me la he leido, ya te contaré que tal.

Unknown dijo...

Pues mejor que seamos mundo, este libro se lo indicamos para que lo lean en la CT, ya que muchos llevan una armadura impresionante encima, para que vuelvan a ser mundo.

Lu, pues cuando te leas el segundo me lo dejas a ver que tal,...

Anónimo dijo...

Upsss... Pues yo la verdad es que este libro me hizo aborrecer la literatura de autoayuda. No dudo que pueda ser interesante si te toca algún punto sensible, pero a mi me pareció (hace ya bastante tiempo, eso sí) lleno de lugares comunes y metáforas evidentísimas.

Pero quien sabe, tal vez es que no me he quitado suficientes corazas... :)

Unknown dijo...

Hola Jon!

Si que son metáforas evidentísimas en eso tienes razón y no llevan a grandes dilemas, pero cuando estas con personas que tienen corazas impresionantes, y que muchas veces al devolverles directamente lo niegan, cuando hacen una lectura de este tipo, y la leo con ellos, enlazan con aspectos de su vida, que quizá al devolverselos directamente lo niegan, es algo curioso, en una de las primeras entradas tengo un escrito. "Escucha por favor lo que no digo" Es un escrito que vi en el tablon de donde trabajo ahora cuando era voluntaria y lo copie, lo escribí en el ordenador, para tenerlo en papel, y hay veces que con muchachos de la comunidad terapéutica, cuando se pelean contra todo, y no se dejan ayudar, pero ya llevan un tiempo, y en un momento determinado, les leo esa hoja y luego se la regalo, en más de una ocasión ha servido, para que las barreras que estaban mostrando en el tratamiento en ese momento se caigan... No creo que los libros de autoayuda sin más sirvan para mucho, pero si ayudan a reflexionar, y si hay alguien con quien los compartas después se puede hacer mucho más...

Bueno ciao..

Besos